jueves, 27 de octubre de 2011

De Borrachos Y Espantos



Eulalio Grito pidiendo otra botella de tequila, Tras el mostrador, Gil el cantinero, le respondió- Ya estás muy borracho y además, ya no traes dinero para pagar. Vete a dormir la mona y deja de estar chingando. Eulalio se levantó de su asiento y se buscó en los bolsillos, solo encontró un poco de morralla e intentado aparentar un paso seguro, camino hasta la barra. Algunos parroquianos lo observaban divertidos, se recargo y bravucón exclamo- Yo te pago hasta la risa, pinche Gil. Nomás no te carcajees, cabrón- y mostrando el puñado de monedas exigió.- Sírveme pa' lo que me alcance esta feria. Gil lo observo con aprecio, tanto tiempo lidiando borrachos, casi los sentía de su familia.- Chingate uno doble, yo te acompleto. Faltaba más y ya vete a descansar- Volteo al viejo reloj de pared e informo- son las tres de la mañana.- Eulalio observo un momento su vaso y en un solo movimiento lo apuro hasta el fondo, camino zigzagueante hasta la entrada de la cantina, desde donde junto aire en los pulmones y grito con todas sus fuerzas.- ! Adiós, pinches borrachos ¡- provocando las carcajadas de la concurrencia. El aire era gélido y la noche oscura, el camino hasta su casa era largo y en su estado no sería nada agradable, emprendió la marcha y cuando había avanzado unos cincuenta metros escucho un ruido a sus espaldas, un sonido como el de las serpientes al arrastrarse. Se volvió con toda la presteza que su borrachera le permitía y casi se cae, dando traspiés fue a dar hasta la otra orilla de la calle, agitado observo el suelo a su alrededor sin encontrar el origen del sonido. Su mirada recorrió la calle y a unos cien metros de él, observo una silueta oscura, parada a mitad de la calle (¿Una Vieja? Ah chinga, ¿A poco es una vieja?) Como si pudiera sentir su mirada, la silueta giro el torso y al voltear ya no quedo duda, era una mujer (Y de las meras buenas me cae de madre) Pensó Eulalio. (Pos que chingaos anda haciendo a estas horas y luego por aquí. Que se me hace que esta vieja quiere macho. A huevo, quiere macho) Contuvo su impulso de gritarle y se dirigió hacia ella trastabillando, la mujer lo dejo dar algunos pasos y luego hecho a andar, alejándose de él. Eulalio contuvo nuevamente sus ganas de llamarla (Si estos hijos de la chingada se dan cuenta que acá anda una vieja sola, no voy a alcanzar ni la probada) Se reprochó el haber bebido tanto y continuo su penosa marcha rumbo a su dulcinea ( ¿Quién será esta cabrona? ¿Y si nomas vino por su marido?) La idea lo hiso dudar, disminuyo el ritmo de sus esfuerzos temiendo un descolón, sus pasos se hicieron más lentos y cuando casi decide dar vuelta y dirigirse a su casa, la misteriosa mujer se detuvo y pareció esperarlo. Ya no había dudas, esperaba por él. Sintió un golpe de deseo tan intenso que casi dolió, incremento sus esfuerzos y la dama continuo su andar, aunque más lento como invitándolo a darle alcance.

Gil sentía el cansancio subir por sus piernas mientras atendía a los últimos clientes de la noche, eran los momentos más pesados, cuando ya se consumía muy poco pero no lo suficiente como para tomarte un descanso. Distraídamente colocaba vasos y botellas en el orden correspondiente cuando vio pasar por la calle una figura conocida (¿Eulalio? ¿ a dónde va, Eulalio? Pinche borracho, ese no es el camino a su casa) Decidió dejarlo por la paz (Al fin no es un niño, ni modo que se pierda el muy cabrón. Ha de ir a cagar por ahí) Hizo a un lado la preocupación y continuo con su Ajetreo. Eulalio había acortado la distancia a la mitad y la dama no parecía querer alejarse pero tampoco se detenía (¿A dónde me lleva? ¿Que no se cansa de tanto camino?)En el siguiente cruce de caminos, La mujer giro hacia la salida del pueblo y Eulalio creyó comprender sus intenciones (N’ombre, si no estás nada pendeja, pa’lla ni quien nos moleste) Doblo la calle tras ella y noto que ya solo los separaban unos veinte metros, redoblo esfuerzos y vio su aliento en forma de vapor, brotar por su boca (Ah, cabron. Cada vez hace más frio) A su derecha un lienzo de piedra se prolongaba por unos trescientos metros y a su izquierda, ya solo se veían las últimas casas del pueblo. El frio se intensificaba conforme acortaba distancias con la mujer, pero esto no disminuía su deseo. Al acortar distancias, pudo apreciarla mejor y cada vez le parecía mas hermosa, a cada paso las caderas de la mujer parecían aumentar de tamaño y cuando el viento lograba volar un poco su cabello lucia de verdad chula, chulisima (Esta no se escapa, me cae de madre que me he de montar en esas ancas y voy a trotar lo que queda de noche. Esta quiere macho y macho va a tener) Volteo y pudo apreciar la neblina que se había ido formando a su alrededor (Pinche frio está cada vez mas cabron) Al querer constatar la distancia que aún lo separaba de su objetivo, se dio cuenta que había desaparecido (A cabron, ¿dónde se metió?) Forzó la vista y escudriño a distancia el tramo de camino donde la viera por última vez, en su rostro se dibujó una sonrisa al observar un tramo de lienzo derrumbado como de un metro (Esta ya se salió del camino, me está esperando donde nadie nos vea) Nuevo golpe de deseo. De la borrachera ya quedaba muy poco, se había ido consumiendo entre la excitación y el ajetreo, Se trepo ágilmente en las piedras y salto al otro lado del lienzo, esperaba verla agazapada escondida, pero ante si no aparecía por ningún lado, reconoció visualmente el camino y no encontró donde pudiera estar oculta. El terreno Lucia plano y despejado, terreno de labranza, apenas uno que otro árbol y alguna roca, nada que sirviera de escondite, pero en una noche tan obscura, bien podría estar agazapada y parecerse a alguna de esas piedras, se animó a continuar adelante, no había manera que cambiara hacia otra dirección, ella tenía que estar por aquí.

Los últimos parroquianos salieron de la cantina, seguidos por Gil, que se aprestaba a cerrar las puertas y poner la tranca.

-Por ahí les encargo a Eulalio si lo ven, me pareció que se regresó, no vaya a estar tirado con este frio.- Solicito Gil a sus clientes.

Samuel. Un viejo gordo, jugador empedernido. Comento- Solo que se haya regresado a pedir posada con la viuda del carbonero- Sonriendo socarrón- Últimamente se ha vuelto muy caritativa.

Se despidieron entre risas y cada quien tomo su camino.

Eulalio caminaba lenta y cuidadosamente, Parecía que junto con el frio la obscuridad estaba aumentando rápidamente, este asunto había ido perdiendo el gusto rápidamente , pero él se negaba a renunciar. Se trenzo los brazos a la altura del pecho y empezó a tiritar (Puta madre, que pinche frio y esta hija de la chingada que no se ve)

- ¡Oye, tu! ¿Dónde te metiste? ¿Quieres culiar o no?- se escuchó gritar, pero su voz no parecía viajar más allá de unos metros, como quien grita en un cuarto cerrado, como si el frio y la neblina fueran paredes que atraparan el sonido sin dejarlo salir. Súbitamente a su oído llego un ruido como de algo pesado al caer (Pooof) y vio un bulto sobre la tierra suelta, parecía un montón de trapos. (Pendeja, ya se cayó y todavía se queda tirada, quiere que me la chingue allí) Pensó Eulalio y se encamino decidido terminar con esta faena, al llegar al bulto escucho una especie de gemido extraño y comprendió que el tamaño del bulto era mucho más pequeño que el de una persona adulta, (Es Un Niño, Un Pinche Escuincle) Adivino y se inclinó para desenvolverlo desesperadamente (Se ha de estar ahogando el pobre crio) Al retirar las cobijas que lo envolvían vio un recién nacido que parecía dormir (¿Lo habrá venido a tirar esta pinche vieja?) Al sujetarlo para levantarlo el niño abrió los ojos y Eulalio vio que eran enormes y negros muy negros, el niño sonrió y le mostro unos enormes dientes que terminaban en punta

- AAAHHH. Tú eres el diablo, tú eres el diablo, aléjate Satanás, alejaste de una buena vez- Gritaba Eulalio caminando hacia atrás sin poder soltar el bulto. El niño sin dejar de sonreír entono esa pinche cancioncita que estaba tan de moda.

Quince años tenía Martina

Cuando su amor me entregó;

A los dieciséis cumplidos

Una traición me jugó.

Y estaban en la conquista

Cuando el momento llegó

Eulalio logro desprenderse de él y sin perderlo de vista reculo hacia el camino

— ¿Qué estás haciendo Martina

Que no estás en tu color?

—Aquí me he estado sentada

No me he podido dormir,

Si me tienes desconfianza

¡No te separes de mí!

Con el rabillo del ojo, vio Eulalio venir a la mujer (Tengo que avisarle, tenemos que correr)

Tropezó y callo de rodillas, desde esa posición pudo ver los pies de la mujer separados del piso a una altura de unos treinta centímetros, su mente intento ignorar este hecho pero era imposible.

— ¿De quién es esa pistola?,

¿De quién es ese reloj?,

¿De quién es ese caballo

Que en el corral relinchó?

—Ese caballo es muy tuyo

Tu papa te lo mandó

pa' que fueses a la boda

De tu hermana la menor.

Alzo sus ojos y vio venir las manos que lo sujetaron por los hombros, un frio total se apodero de él y lo invadió hasta en el último resquicio de su ser, por fin su vista se encontró con la cara de la mujer y su cerebro se volteo por completo, era un rostro horrible, con apenas forma como un amasijo de facciones revueltas y fuera de lugar, pero los ojos eran un par de cuencas vacías desde donde podías asomarte a la eternidad, fría y lejana.

— ¡Yo pa' qué quiero caballo

Si caballo tengo yo,

Lo que quiero es que me digas

Quién en mi cama durmió!

—En tu cama nadie duerme

Cuando tú no estás aquí

Si me tienes desconfianza

¡No te separes de mí!

Y la tomé de la mano

A sus papás la llevé

Quizo Gritar y solo produjo un sonido - GGGGHHFFF- Que se prolongó un tiempo incalculable

— ¡Suegros aquí está Martina

Que una traición me jugó!

—Llévatela tú mi yerno

Que la Iglesia te la dio:

¡Si ella te ha traicionado

La culpa no tengo yo!

Hincadita de rodillas

Nomás seis tiros le dí,

Y el amigo del caballo

¡Ni por la silla volvió!

Graciano el viejo, se levantó con el primer canto del gallo, tarde se le hacía para sacar la mula e irse al campo, desde que tenía memoria lo apasionaba sembrar, cosechar, limpiar la parcela , arar, capar magueyes y todo lo que fuera labor. Saco la mula y hecho a andar a un lado de ella, a sus setenta años todavía podía caminar los cinco kilómetros que lo separaban de su tierra. ¿Descansar? Ya descansaría cuando se muriera.

Salió del pueblo y recorrió el viejo camino que tantas veces camino, a lo lejos vio salir trastabillando de atrás del lienzo a un anciano y caer en el camino, parecía no poder levantarse a pesar de sus esfuerzos, (¿Un borracho?) Algo le hizo pensar que no, avanzo hasta él y como pudo lo trepo en la mula y regreso al pueblo.- Allá alguien te podrá ayudar , viejo. Ora veras.-

El cabello y los brazos del anciano mostraban trazas de hielo y Graciano se sintió intrigado e incluso interrogo al viejo al respecto, pero no recibió respuesta.

En el pueblo se iniciaban las actividades matutinas , cuando vieron venir a Graciano con un hombre atravesado en la mula, se corrió la voz con rapidez y se sonaron las campanas de la iglesia, para cuando Gil salió renuente de la cantina y observo el montón de gente arremolinada en torno al desconocido, pregunto una vecina que venía de allá- Encontraron un viejito tirado por el camino viejo, parece fuera de sus cabales, no reconoce a nadie y está muy raro que está bien frio, tanto que tiene hielo en las greñas, ni que fuera diciembre.- Gil no aguanto la curiosidad y fue a ver al viejito, con decisión se metió entre la gente y quedo justo a espaldas del supuesto forastero, grande fue su sorpresa al reconocer a Eulalio por sus ropas y alterado exclamo- ¿Cómo es que dicen que no conocen a Eulalio? ¿Que están pinches ciegos?

-¿Eulalio, dices? Interrogo el Padre Abraham, Párroco del pueblo, Eulalio no llega a los treinta años . Este pobre hombre tendrá casi ochenta y padece de locura.

Gil rodeo al anciano y al ver su cara solo pudo reconocer una cicatriz en el mentón. A sus espaldas escucho a Florencia Campos, tía del susodicho Gritar-¡Ayyy. Dios mío. Si es cierto, es mi sobrino! ¿Cómo es posible?

Gil se puso en cuclillas y ya cara con cara interrogo a Eulalio- Dinos que te paso . Cuenta Eulalio, ¿Que te paso?- Eulalio fijo su mirada en él y por un momento pareció lucido, lentamente abrió los labios y ante la expectación de los presentes de su boca salió lo siguiente

Quince años tenía Martina

Cuando su amor me entregó;

A los dieciséis cumplidos

Una traición me jugó………

A la memoria de mi abuelo Filiberto Águila Medina.

30 10 2011

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