jueves, 12 de diciembre de 2013

La Bruja




Se dice que existen realidades paralelas, con las que algunas veces nos encontramos.  El Olimpo cayo, cuando los mortales dejaron de adorar a los Dioses, los cuales esperan en algún rincón, débiles y derrotados,a que el ser humano vuelva a creer en ellos, para así recobrar su gloria.
Hay otros seres que por el contrario se ven beneficiados por la falta de credibilidad del ser humano y se mueven entre nosotros, envueltos en una capa de escepticismo, que los hace invisibles a nuestros ojos.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Era un viernes  por la noche. Benjamín, aprestaba su escopeta y los demás triques que utilizaría, para salir de cacería esa noche. Escuchaba atento las palabras de Fulgencio, quien lo acompañaría en su aventura nocturna.
-         - …Si quieres nos subimos por el camino del rancho y le damos pal Ayaquemetl, vas a ver qué regresamos bien cargados, más que tu llevas escopeta, nomas le apuntas la lámpara a cualquier copa de árbol y veras como se quedan los pájaros bien atolondrados, sueltas el disparo y caen como granizo, el trabajo es levantarlos, vas a ver.
-          - Por el camino de la casa de la vieja Macaria ¿Dices?
-          -Por ese mero, por cierto ¿Cuántos años tendrá la vieja, tu?
-         - ¿Sepa? Desde que éramos críos, ya la recuerdo vieja.
-        -  Ja, Ja, También yo, parece que por ella no pasan los años.
-        -  Y ¿Qué me dices de su hermana? Quesque mas chica, pero yo la veo igual de anciana que la Macaria, donde que ni quien las cuide.
-          -Ni falta que les hace, así como las ves de viejas son bien independientes, todavía levantan cosecha.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------




Macaria, vivía con su hermana Josefa, en una casa de adobe a la salida del pueblo y en esa noche de luna llena, también se aprestaba para salir de cacería. El viejo cuerpo encorvado, avanzo hasta la franja de luz de luna que entraba por la ventana, ahí se encogió y pareció resplandecer con destellos de plata, lentamente se enderezo y dejo ver una mujer totalmente rejuvenecida, sonrió a su hermana y se encamino hacia el exterior.
-          ¿Vas muy lejos?- Interrogo Josefa.
-          Un poco. Tú cuida, Mañana sales tú.- Ordeno Macaria y continúo su camino.
-------------------------------------------------------------------------------------------------------
La vereda estaba iluminada por la luna y permitió ahorrar pilas a los cazadores. Un trió de sabuesos lideraban la marcha, avanzaban de manera errática, olisqueando las hierbas, pegando carreras cortas y jugando entre ellos. Benjamín miro a lo lejos, los cerros que coronan el Ayaquemetl y nuevamente se pregunto, si no serian pirámides enterradas, a buen paso llegarían como en una hora, pero no creía necesario recorrer toda la distancia, generalmente a menos de media hora de camino, encontraban una buena cantidad de presas, eran presas pequeñas, ardillas, coquitas y si bien te iba alguna liebre, en realidad no era tanto la presa, sino la emoción de disparar un arma de fuego, el gusto de lo furtivo, era como hacer travesuras de adulto. 
A sus espaldas, escucho a Fulgencio Decir.
- Traigo tortillas y pulque, si matamos una liebre, nos la comemos en el cerro. ¿Órale?
La idea de encender una fogata y preparar la liebre en pleno cerro, le emociono de inmediato y gustoso asintió, ya se veía como en las películas de la tele, esta tenía que ser una noche maravillosa.

-----------------------------------------------------------------------------------------------------

lunes, 2 de diciembre de 2013

El Bobi y la Sospecha.




Por ahí de 1998, conocí al Bobi. Era primo de uno de los rateros, que rondaban por la zona en que se encontraba mi taller. El Bobi tendría unos sesenta años, pero conservaba un cuerpo musculoso y su actitud era muy vital, tenía un carácter por demás alegre y sus bromas siempre eran  bienvenidas, tanto mis ayudantes como tu servidor, disfrutábamos de sus visitas, le gustaba la cerveza y siempre cooperaba para la comida.

Una ocasión, mientras preparábamos una botana, para comer, se acerco un cliente y mientras, me pedía presupuesto de un cancel para baño, el Bobi no lo perdió de vista, el cliente, era un tipo como de unos cincuenta años y usaba unas gafas con mucho aumento. (De fondo de botella, diría mi padre) y su físico menudo le daba una apariencia un tanto cómica. Le entregue una hoja de papel con el presupuesto y se retiro, cuando estaba por perderse de vista, el Bobi comento - Ese Wey, es un claro ejemplo de quienes padecen vista pornográfica.- Sonreí divertido, pensando que había equivocado el termino.
-¿Vista pornográfica?- Interrogue sonriendo.
- Así es. Porque si le quitas los lentes, ve pura verga.

Una tarde llego con actitud seria, no estábamos acostumbrados a verlo así y nos causo extrañeza, se recargo en el banco y se mantuvo silencioso, unos minutos. Parecía estar entre triste y enojado. El Chester (Mi ayudante) Me interrogo en silencio con un levantón de cejas, yo le pedí paciencia colgando las comisuras de la boca y continuamos trabajando, de reojo vi al bobi sacar su billetera y elegir un billete.
- Oye mano,- Se dirigió a mí- ¿Nos echamos una Indio? Pa' matar la sed.
- ¿Que paso? ¿Cómo que nos echamos una? Indio. Ora si ya me paso a torcer.- Bromee pero para mi sorpresa, no la "pesco".
- Si te ofendí, te pido una disculpa. No era esa mi intención
.- De ninguna manera. Usted nunca ofende, solo por eso esta la pongo yo.
- Que se traiga de una vez las dos...O ¿Pondrías tú la otra? - Interrogo al Chester, Que ni tardo ni perezoso, asintió entusiasmado.- Simón ¿Me consigo unos limones con el verduras, mi mai?
Esto ya pintaba para una buena peda y aunque a mí, no me resultaba agradable la idea de hacer de mi taller, una pinche cantina, decidí aceptar. Total ya casi era hora de cerrar  y el bobi de verdad parecía necesitar un trago.

Después de vaciar las botellas de cerveza, se fue soltando y nos platico la razón de su pesar.
- Ando que me carga la chingada, mano. Me siento como la mierda, de que meto la pata, hasta meto las cuatro.- Inicio su narración.- Fíjate, que tengo un taller de costura, es de lo que mantengo a la familia, bueno yo ya casi ni trabajo, por eso me ves de vago. Hace unos veinte años, entro a trabajar una jovencita muy guapa y de muy buen carácter, yo tenía como tu edad (Treinta y tantos, casi cuarenta.) La trate por trabajo y de a poquito nos fuimos enamorando, yo le doblaba la edad, pero en aquel entonces no me pareció tan importante, cuando la embarace, le eche valor y me presente con sus padres. (Eran como de mi edad, ahí, si se me abrieron los ojos, de la diferencia de edades.) Les hable derecho. "Soy casado y tengo dos hijas una, la mayor, ahí se va con su hija, pero que quieren, nos enamoramos y ahora que está embarazada, vengo a decirles que conmigo no la va a faltar nada. Miren, yo no me puedo casar, ni pienso dejar a mi mujer y a mis hijas, pero a su hija tampoco la pienso abandonar," Y me la lleve a vivir en una vecindad, en lo que conseguía algo menos peor. Ella nunca se quejo, aguanto como las buenas. Ya había nacido la niña, cuando me cayo, una casa de oportunidad, Estaba barata y no muy lejos de la  mia.asi podía visitarlas más seguido y hasta me quedaba a dormir, cuando la niña me pedía que no me fuera.
Con el paso del tiempo, sus padres, me fueron tomando confianza y me aceptaron. La niña creció y mi vieja quiso volver a trabajar, conmigo ya ni soñando. Mi esposa y mis hijas ya tenían noticias de mi casa chica y como te imaginaras, anduvieron un tiempo, bien encabronadas, pero como tampoco deje de darles su lugar, se apaciguaron y continuamos con nuestras vidas.
Cuando la niña entro a la prepa, murió su abuela y ya no hubo con quien se fuera todo el día, pero como mi vieja regresa del trabajo como a las siete de la noche y ella, como a las cuatro de la tarde, pues tampoco esta mucho tiempo sola y yo procuraba verlas casi a diario, pero de pronto me llego una duda. No me preguntes como, nomas empecé a pensar, más bien a sentir, que mi vieja andaba con otro wey.

viernes, 11 de octubre de 2013

La Tienda




Un trece de mayo a las once de la noche, Cástulo y Roberto caminaban rumbo a su casa, por el camino principal. Entre bromas acortaban la distancia que los separaba de su hogar.
- Como se me antoja un cigarrito- Comento Roberto- Pa'l frio, Mano.
- Y otra cervecita, Pa'l calor ¿No?- Se rio Cástulo
Por aquel entonces, no encontrabas tiendas abiertas a esas horas, en ninguna parte del pueblo, tampoco es que hubiera muchas tiendas , en realidad apenas y habría unas cuatro cuando mucho. Por eso cuando Roberto señalo un ligero resplandor, a unos cien metros de distancia, ambos se sorprendieron.
- ¿Desde cuándo hay gente ahí, Tu?- Interrogo Cástulo.
-No sé, nadie vivía por allí.- a sus espaldas escucharon un llamado y al voltear , reconocieron aun en la oscuridad a Hilario, vecino y amigo de toda la vida.- ¡Espérenme, muchachos!- Cástulo, dijo.- En lo que llega el Hilario , voy a echar un ojo, quien quita y es un tiendita.
-¿Tiendita? pos si en la mañana no estaba y ¿quien pondría una tienda acá, si esta tan solo?
- Nada pierdo con asomarme. Total, si no es, no es y ya.- Insistió Cástulo y se encamino hacia el resplandor.- Si es tienda, nos echamos otra cerveza y unos cigarros. Yo invito.- Prometió alegre mientras se alejaba. Roberto sintió como el miedo, aleteaba alrededor de su cabeza como paloma panteonera, pero ¿Que podía pasar? estaban a solo unos metros de distancia e Hilario estaba llegando junto a él. Se saludaron y escucharon a Cástulo decir
- Muchachos, si es tienda. Vengan, yo los invito.

Cástulo observo extrañado la entrada de la tienda, no podía decirse que fuera nueva, tenía una puerta doble, cuyas hojas de madera lucían ya agrietadas por el tiempo y la pintura azul que la adornaba, mostraba los estragos causados por la intemperie, los goznes se veían oxidados y los muebles y la estantería, parecían querer derrumbarse de viejos. al acercarse, noto que  las medidas interiores no parecían concordar con el exterior, la tienda por dentro era muy amplia y larga y parecía contener todas las mercancías que en el mundo pudieran existir. Fascinado, dirigió la vista nuevamente al exterior y observo solo la puerta de entrada de unos dos metros de ancho y a sus costados la roca solida de la peña que el conocía, una duda lo asalto antes de dar el paso que lo llevaría definitivamente al interior, pero tomo aire y como quien se lanza de clavado en el agua, se sumergió en ese mundo nuevo y diferente.
Roberto e Hilario, vieron como tras unos segundos de examinar la tienda, Cástulo se sumergió en esa tenue luz que al bañarlo le dio una coloración verdosa, un tanto sobrenatural y desapareció en el interior. Hilario sorprendido exclamo- ¿Tienda? ¿Cual tienda?
- Pos esa, en la que se metió.
- Ahí no hay nada de tienda, ahí esta la peña de piedra, acabo de pasar como a las cinco de la tarde, ni modo que de entonces a ahorita hayan abierto una tienda.
- Pos igual y nos está haciendo la broma y ya ni cigarro, ni cerveza.
- Ah, no. Entonces, que si haya tienda, por favor.- Riendo, se encaminaron lentamente, para encontrarse con Cástulo, a unos  veinte metros de distancia, pudieron vislumbrar los primeros detalles de la tienda.
- ¡Caray, pos me trago mis palabras!.Exclamo Hilario.- Si hay una tienda y yo pase y seguro no la vi. ¿Como quebrarían las piedras tan rápido?- Se pregunto, mientras se rascaba la cabeza. - Hace años que quieren tumbar la peña, tu.
- Te digo que esta raro. A mí ya me está dando cosa.- Avanzaron unos cuantos pasos más solo para atestiguar como desaparecía la tienda. Ante sus ojos. La puerta cerro sus hojas, llevándose la extraña luz conforme se cerraba y el sonido que produjo al azotar, fue como un trueno y ya en la oscuridad, pareció que el aire que estaba alrededor de la tienda se remolineara como las ondas que se forman en el agua, al lanzar una piedra en ellas. Ambos amigos se sacudieron por efecto de ese fenómeno y a duras penas consiguieron mantenerse en pie.
- ¿Que fue eso?- Preguntaba azorado Roberto a Hilario, quien con la misma cara de sorpresa, solo atino a mover la cabeza en señal de ignorancia. Por un momento se mantuvieron inmóviles, pero al grito de -¡Mi hermanooo!- Proferido por Roberto, salieron corriendo, solo para encontrarse de frente a las solidas rocas, por ellos conocidas de toda la vida. Desesperados palpaban las rocas intentando encontrar algún indicio de esa puerta que solo instantes antes desapareciera. Roberto, retrocedió caminando de espaldas y poniéndose en cuclillas, se sujetaba la cabeza con ambas manos repitiendo una y otra vez.- No entiendo, no entiendo. ¿Qué le voy a decir a mi cuñada? y ¿A mis padres? ¿Quién me va a creer? ¡Carajo!.

martes, 8 de octubre de 2013

La Maestra Y El Muñeco

Era un chavo como de dieciocho años, blanco, delgado, con andar muy "Meneadito". El Piteco llamo mi atención hacia el.
- Mire mai. ¿Cómo ve a ese wey?
- Pues muy amanerado. ¿No?
- Uuuy y no lo conoció hace unos años, desde chavito era muy delicadito y siempre se juntaba con las chavas y hablaba bien chiqueado, el wey.
- Putillo desde chiquillo- Sentencie.
-Así parecía, pero déjeme le cuento una historia. ¿Conoce a la Elena? La gorda que pasa con unos chavitos bien mugrosos y ella también.
- Si, la conozco.

- Pues cuando esa vieja cumplió quince años, se puso chingona y embarco a sus maestros de la secundaria como padrinos, que de ultimo juguete, que de cojín (De cojín queríamos ser todos, ja , ja ,ja) que de copas y el día de la fiesta, llegaron un chingo de maestros, que si con la esposa , que si con el marido, que si con la amiga, pero una llego sola, ya estaba rucona, como de unos treinta y tantos. Traía puesto un vestido como plateado, de esos de fiesta como con holanes y se veía muy buena, luego, luego se fue a sentar con los demás maestros, allá muy apartaditos de la chusma y si invitábamos a alguna de esas viejas a bailar, no querían y hasta te ignoraban las mamonas, pero esta vieja empezó a chupar y cuando la invitaban salía a bailar y entre vuelta y vuelta y chupe y chupe... Acabo bien peda y ni modo de que la cuidara la quinceañera, que la meten a acostar y que le mandan al Muñeco, pa’ que la cuide. Yo estaba con el Manotas y dijimos "Ni tan pendejos, le pusieron al único que no se la coge" Ese wey también era alumno de esa vieja y toda la noche había andado con otros dos weyes de su edad, revoloteando como pendejos, a ver que se les ofrecía a los pinches maestritos.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Esoterismo.




El ser humano busca solución a sus problemas, de todas las maneras conocidas e incluso de algunas que no conoce tan a fondo, existen momentos en la vida que llevan a preguntarte que tan natural es lo que te está sucediendo y al no encontrar una respuesta lógica, terminamos inclinándonos hacia otras opciones.

Recargado en la fotocopiadora, escuchaba las penurias de Matías, quien no paraba de quejarse de una racha de mala suerte que lo tenía atrapado desde hacia unas semanas.

-Ah, que caray, mano. Está visto que te urge una limpia.- Comente.
-Sí. Saliendo de aquí me voy derechito a consultar al primer pinché brujo que me encuentre, a ver si me quita lo salado.
Sonreí ante la imagen que me vino a la mente.
Y justo cuando pensaba continuar la broma, intervino en la conversación, un hombre de unos sesenta años de edad, que estaba esperando turno para ser atendido
-Eso no lo diga ni de broma, amigo. Lo peor que puede pasarle con esa suerte que trae, es caer en manos de alguno de esos vivales. Todos son unos malditos estafadores.- La vehemencia de su intervención nos dejo mudos y al no recibir contestación, continuo.
-En el 85, el año del terremoto, mi hija ya había terminado su carrera de administración y estaba trabajando en un banco muy reconocido. Su novio, era ingeniero de profesión, se conocieron en la escuela preparatoria y ya tenían incluso planes de boda, por lo que estaban ahorrando dinero en una cuenta bancaria, querían comprar una casa y amueblarla antes de casarse.
Yo ya estoy jubilado y con mi ahorritos le regale un auto de agencia a mi hija cuando se recibió.
Todo parecía ir sobre ruedas, el era un joven serio y trabajador, que se daba a querer y respetaba a la familia, mi mujer y yo estábamos muy contentos con ese noviazgo.
Un día, inesperadamente rompió su compromiso con mi hija y no hubo manera de hacerlo cambiar de opinión. Mi hija se deprimió profundamente y después de unos días lo busco para que aclararan cuentas del dinero que tenían ahorrado en el banco, el simplemente le contesto que se lo quedara y colgó el teléfono.

La siguiente vez que Judith intento localizarlo, se encontró con que había renunciado a su trabajo y en su casa no tenía línea, desesperada busco a su suegra, quien le recomendó dejar las cosas por la paz, su hijo tenía sus razones y lo mejor era que terminaran su relación. A mí me molesto sobremanera que terminaran tan de tajo y que el fulano no tuviera los pantalones para aclarar las causas de esa decisión pero si no le daba la cara a mi hija, menos me iba a aclarar a mí y encima mi hija insistía en que yo no debía intervenir, respetando su decisión me mantuve al margen.
Ella y mi mujer  estrecharon relación y salían varias veces al día por prolongados lapsos de tiempo, cuchicheaban y susurraban y m’ija cada vez descuidaba más su trabajo los meses pasaron y yo dando tiempo a que las cosas regresaran a la normalidad, no me percate del problema hasta que las cosas estaban muy aventajadas.-

 Un fin de semana Fernando salió por el periódico al puesto de “A la vuelta” ya con periódico en mano observo a doña Clara preparando esas deliciosas Gorditas de frijol, que tanta fama tenían en el rumbo y decidió comerse un par con un buen atole. Total esos gustos no se los daba a diario.
Ya de vuelta y con la tripa satisfecha Fernando vio salir a Estela Y Judith apresuradamente, en una actitud bastante sospechosa y dirigirse a la avenida. Intrigado decidió dejarlas ir, ya las interrogaría con más calma.
Mientras esperaba el regreso de “Sus Mujeres” tuvo tiempo para relacionar  los hechos y concluyo que la actitud por ellas tomada estaba directamente relacionada con la ruptura del noviazgo de Judith y Abraham (Últimamente todo estaba relacionado con ello) Una interrogante aleteaba en su cerebro sin animarse a aterrizar, pero como todo cae por su peso, de pronto lo sorprendió golpeándolo de pleno (Y… ¿El Auto? ¿Dónde está el auto?) Hizo memoria, Tratando de recordar la última vez que viera el auto, se sorprendió al concluir que llevaba al menos dos semanas sin escucharlo entrar o salir de la casa (Si estuviera descompuesto, habrían recurrido a mi antes de llevarlo al mecánico, ¿Prestado? Ni pensarlo, no se lo prestaba ni a Abraham. ¿Qué puede haber hecho con el carro?) Decidió aclarar el asunto en cuanto volvieran.

La Cara de Judith al escuchar a su padre preguntar por el auto se descompuso de tal manera, que Fernando casi se arrepintió de haber preguntado. Desencajada, respondió
- Lo vendí
-¿Qué? – Interrogo Fernando, montando en cólera-¿Qué lo vendiste? ¿Por qué tendrías que venderlo?
Estela al ver los aprietos de su hija decidió intervenir
-Bueno, era su carro ¿Qué no? Ella sabrá lo que hace con sus cosas, no querrás que todavía te tome parecer, ya es una mujer independiente y bastante grandecita como para tomarte opinión ¿No crees?-Intervino Estela
- Ella y tú también, son mujeres mayores y con criterio, espero...- Devolvió el golpe Fernando y vio como ambas lo resentían.
- De cualquier modo te ruego que no presiones más a la niña, bastante tiene con sus problemas como para que tu vengas a empeorar las cosas.- Concluyo su mujer.

La noche fue una tortura para Fernando, preocupado por su hija y ofendido por la actitud de su mujer, se sentía como quien se acuesta con su peor enemigo. Las nalgas de Estela contra su muslo, le causaban repulsión y hasta su respiración acompasada le molestaba.
Recordó cuando un compañero de oficina lo invito a una fiesta en la que conoció a aquella mujer un par de años mayor que él (En aquellos tiempos una mujer soltera de treinta años, se podía considerar solterona) Pudo ver claramente la cara de Hortensia la madre de Estela, pasar del casi desprecio a un interés desmesurado cuando, casi como no queriendo Santiago (Primo de Estela y Compañero de Fernando) informo de su soltería.
-Así que es usted soltero, joven- comento Hortensia, intentando disimular su interés observando  el tenedor que sostenía entre sus dedos.- ¿Y cómo es que un joven tan apuesto sigue soltero?¿Cuántos años tiene usted? ¿Dónde vive? ¿Estudios? ¿Puesto? ¿Familiares?- De pronto Fernando se sintió como interrogado por la policía secreta.

Ahora al paso del tiempo pudo comparar y se sorprendió ante el parecido entre su difunta suegra y su mujer, parecido físico y parecido del comportamiento. Ahora podía ver claramente el cambio de la tierna novia a la esposa que poco a poco, derivo en una tirana que no acepto nunca razones, ni opiniones. Solo sus decisiones fueron válidas y termino convirtiéndose en la vigilante de esa celda que el algún día considero su hogar. Sintió como la rabia incendio su cerebro y lucho por contenerla, cuan injusto trato recibió siempre de ella, que termino considerándolo un simple proveedor para la casa.

 Llego la mañana y con ella una noticia que vendría a poner luz en la mente de Fernando. Terminado el desayuno se dirigió a la sala, planeaba hojear un poco el diario mientras reposaba el desayuno, después pretendía salir al súper para comprar la despensa de la semana.

Escucho sonar el timbre y resignado se puso en pie y acudió a abrir la puerta. Grande fue su sorpresa al ver a la madre de Abraham (El ex novio de Judith) y escucharla solicitar hablar con Judith. No pudo contener su cólera y le increpo
-Ah caray, Ahora resulta que ya le salió lo platicadora ¿No? Pues fíjese que ahora la que no puede hablar es mi hija. ¿Cómo ve? – La mujer parecía disponerse a rogar, cuando Fernando escucho la voz de Judith a sus espaldas.
- ¿Podrías disculparnos? Me interesa hablar con la señora.
Ya se preparaba Fernando para contra atacar, pero la mujer intervino
-No es necesario, lo que tengo que decir lo pueden escuchar los tres.- Espero un instante y al comprender que nadie la iba a invitar a pasar, continuo- yo le dije, siempre a Abraham que no era la manera de terminar, que debía explicarte la situación pero él te quiere tanto que quiso evitarte cualquier dolor…- Se vio interrumpida abruptamente por Estela quien la lleno de  recriminaciones. La mujer con cara de resignación espero a que cupiera una pausa en la verborrea y continuo- ...Te ruego, por lo que más quieras me acompañes a la casa, eres la mujer que más ha amado y te necesita en estos momentos.-
La declaración los desconcertó.
- ¿Pues qué le paso? -Pregunto Judith Y siguiendo la escuela de su madre. Reprocho- ¿No que no quería saber nada de mí?- Sin poder ocultar un tonito de triunfo.
-¡Ay, hija. Yo no sé si sea apropiado que vuelvas a ver a "Ese Hombre" , Ya ves que no fue ni para dar una explicación, Se fue como sirvienta y ahora que te necesita, manda a su madre. No es ni para dar la cara- Intervino Estela.
Fernando, se mantenía atento a la discusión sin intervenir, procuraba no entrar en chismes de viejas, pero este asunto lo afectaba directamente y no sabía cómo reaccionar. Vio directamente a su consuegra y fue testigo del derrumbe que sufrió  mientras rogaba- Por favor Judith. No tomes esa actitud ante él. El te ama y se está muriendo de cáncer. No quiso que vieras como se lo tragaba esa pinche enfermedad. Ya ves como es el.-
La declaración tomo por sorpresa a los tres y los desarmo de inmediato. Fernando busco con la mirada, la cara de Judith y encontró una mezcla de emociones que iba desde el pesar hasta el terror pasando por la indignación. A Fernando esto le extraño y no supo como explicárselo.

Estela fue la primera en reaccionar (Como siempre, aunque no todas las veces su reacción fuese la adecuada) A la mente de Fernando vino la pinche frasecita graciosa "Quieres velocidad o precisión" y a punto estuvo de soltar la carcajada, Como pudo la disimulo con una tos y carraspeando, consiguió recuperar el control
- Dice que, ¿Abraham está enfermo?
- Y necesita verte, Hija.- Confirmo la suegra a Judith.
Judith aun con cara de azorada. Sentencio- Vamos Pues.- Y se encamino a la avenida, tomando del brazo a su suegra.
Estela les dio alcance e  interrogo sin  tacto alguno- Y ¿Abraham tiene dinero para su tratamiento?- Sin hacer el mínimo caso a las miradas reprobatorias de Fernando y Judith , continuo. - Porque nosotros de momento estamos sin dinero y no vamos a poder prestarle. Hablo a la velocidad de la luz, sin permitir que la interrumpieran.

linkwithin

Related Posts with Thumbnails