miércoles, 13 de marzo de 2013

Esoterismo.




El ser humano busca solución a sus problemas, de todas las maneras conocidas e incluso de algunas que no conoce tan a fondo, existen momentos en la vida que llevan a preguntarte que tan natural es lo que te está sucediendo y al no encontrar una respuesta lógica, terminamos inclinándonos hacia otras opciones.

Recargado en la fotocopiadora, escuchaba las penurias de Matías, quien no paraba de quejarse de una racha de mala suerte que lo tenía atrapado desde hacia unas semanas.

-Ah, que caray, mano. Está visto que te urge una limpia.- Comente.
-Sí. Saliendo de aquí me voy derechito a consultar al primer pinché brujo que me encuentre, a ver si me quita lo salado.
Sonreí ante la imagen que me vino a la mente.
Y justo cuando pensaba continuar la broma, intervino en la conversación, un hombre de unos sesenta años de edad, que estaba esperando turno para ser atendido
-Eso no lo diga ni de broma, amigo. Lo peor que puede pasarle con esa suerte que trae, es caer en manos de alguno de esos vivales. Todos son unos malditos estafadores.- La vehemencia de su intervención nos dejo mudos y al no recibir contestación, continuo.
-En el 85, el año del terremoto, mi hija ya había terminado su carrera de administración y estaba trabajando en un banco muy reconocido. Su novio, era ingeniero de profesión, se conocieron en la escuela preparatoria y ya tenían incluso planes de boda, por lo que estaban ahorrando dinero en una cuenta bancaria, querían comprar una casa y amueblarla antes de casarse.
Yo ya estoy jubilado y con mi ahorritos le regale un auto de agencia a mi hija cuando se recibió.
Todo parecía ir sobre ruedas, el era un joven serio y trabajador, que se daba a querer y respetaba a la familia, mi mujer y yo estábamos muy contentos con ese noviazgo.
Un día, inesperadamente rompió su compromiso con mi hija y no hubo manera de hacerlo cambiar de opinión. Mi hija se deprimió profundamente y después de unos días lo busco para que aclararan cuentas del dinero que tenían ahorrado en el banco, el simplemente le contesto que se lo quedara y colgó el teléfono.

La siguiente vez que Judith intento localizarlo, se encontró con que había renunciado a su trabajo y en su casa no tenía línea, desesperada busco a su suegra, quien le recomendó dejar las cosas por la paz, su hijo tenía sus razones y lo mejor era que terminaran su relación. A mí me molesto sobremanera que terminaran tan de tajo y que el fulano no tuviera los pantalones para aclarar las causas de esa decisión pero si no le daba la cara a mi hija, menos me iba a aclarar a mí y encima mi hija insistía en que yo no debía intervenir, respetando su decisión me mantuve al margen.
Ella y mi mujer  estrecharon relación y salían varias veces al día por prolongados lapsos de tiempo, cuchicheaban y susurraban y m’ija cada vez descuidaba más su trabajo los meses pasaron y yo dando tiempo a que las cosas regresaran a la normalidad, no me percate del problema hasta que las cosas estaban muy aventajadas.-

 Un fin de semana Fernando salió por el periódico al puesto de “A la vuelta” ya con periódico en mano observo a doña Clara preparando esas deliciosas Gorditas de frijol, que tanta fama tenían en el rumbo y decidió comerse un par con un buen atole. Total esos gustos no se los daba a diario.
Ya de vuelta y con la tripa satisfecha Fernando vio salir a Estela Y Judith apresuradamente, en una actitud bastante sospechosa y dirigirse a la avenida. Intrigado decidió dejarlas ir, ya las interrogaría con más calma.
Mientras esperaba el regreso de “Sus Mujeres” tuvo tiempo para relacionar  los hechos y concluyo que la actitud por ellas tomada estaba directamente relacionada con la ruptura del noviazgo de Judith y Abraham (Últimamente todo estaba relacionado con ello) Una interrogante aleteaba en su cerebro sin animarse a aterrizar, pero como todo cae por su peso, de pronto lo sorprendió golpeándolo de pleno (Y… ¿El Auto? ¿Dónde está el auto?) Hizo memoria, Tratando de recordar la última vez que viera el auto, se sorprendió al concluir que llevaba al menos dos semanas sin escucharlo entrar o salir de la casa (Si estuviera descompuesto, habrían recurrido a mi antes de llevarlo al mecánico, ¿Prestado? Ni pensarlo, no se lo prestaba ni a Abraham. ¿Qué puede haber hecho con el carro?) Decidió aclarar el asunto en cuanto volvieran.

La Cara de Judith al escuchar a su padre preguntar por el auto se descompuso de tal manera, que Fernando casi se arrepintió de haber preguntado. Desencajada, respondió
- Lo vendí
-¿Qué? – Interrogo Fernando, montando en cólera-¿Qué lo vendiste? ¿Por qué tendrías que venderlo?
Estela al ver los aprietos de su hija decidió intervenir
-Bueno, era su carro ¿Qué no? Ella sabrá lo que hace con sus cosas, no querrás que todavía te tome parecer, ya es una mujer independiente y bastante grandecita como para tomarte opinión ¿No crees?-Intervino Estela
- Ella y tú también, son mujeres mayores y con criterio, espero...- Devolvió el golpe Fernando y vio como ambas lo resentían.
- De cualquier modo te ruego que no presiones más a la niña, bastante tiene con sus problemas como para que tu vengas a empeorar las cosas.- Concluyo su mujer.

La noche fue una tortura para Fernando, preocupado por su hija y ofendido por la actitud de su mujer, se sentía como quien se acuesta con su peor enemigo. Las nalgas de Estela contra su muslo, le causaban repulsión y hasta su respiración acompasada le molestaba.
Recordó cuando un compañero de oficina lo invito a una fiesta en la que conoció a aquella mujer un par de años mayor que él (En aquellos tiempos una mujer soltera de treinta años, se podía considerar solterona) Pudo ver claramente la cara de Hortensia la madre de Estela, pasar del casi desprecio a un interés desmesurado cuando, casi como no queriendo Santiago (Primo de Estela y Compañero de Fernando) informo de su soltería.
-Así que es usted soltero, joven- comento Hortensia, intentando disimular su interés observando  el tenedor que sostenía entre sus dedos.- ¿Y cómo es que un joven tan apuesto sigue soltero?¿Cuántos años tiene usted? ¿Dónde vive? ¿Estudios? ¿Puesto? ¿Familiares?- De pronto Fernando se sintió como interrogado por la policía secreta.

Ahora al paso del tiempo pudo comparar y se sorprendió ante el parecido entre su difunta suegra y su mujer, parecido físico y parecido del comportamiento. Ahora podía ver claramente el cambio de la tierna novia a la esposa que poco a poco, derivo en una tirana que no acepto nunca razones, ni opiniones. Solo sus decisiones fueron válidas y termino convirtiéndose en la vigilante de esa celda que el algún día considero su hogar. Sintió como la rabia incendio su cerebro y lucho por contenerla, cuan injusto trato recibió siempre de ella, que termino considerándolo un simple proveedor para la casa.

 Llego la mañana y con ella una noticia que vendría a poner luz en la mente de Fernando. Terminado el desayuno se dirigió a la sala, planeaba hojear un poco el diario mientras reposaba el desayuno, después pretendía salir al súper para comprar la despensa de la semana.

Escucho sonar el timbre y resignado se puso en pie y acudió a abrir la puerta. Grande fue su sorpresa al ver a la madre de Abraham (El ex novio de Judith) y escucharla solicitar hablar con Judith. No pudo contener su cólera y le increpo
-Ah caray, Ahora resulta que ya le salió lo platicadora ¿No? Pues fíjese que ahora la que no puede hablar es mi hija. ¿Cómo ve? – La mujer parecía disponerse a rogar, cuando Fernando escucho la voz de Judith a sus espaldas.
- ¿Podrías disculparnos? Me interesa hablar con la señora.
Ya se preparaba Fernando para contra atacar, pero la mujer intervino
-No es necesario, lo que tengo que decir lo pueden escuchar los tres.- Espero un instante y al comprender que nadie la iba a invitar a pasar, continuo- yo le dije, siempre a Abraham que no era la manera de terminar, que debía explicarte la situación pero él te quiere tanto que quiso evitarte cualquier dolor…- Se vio interrumpida abruptamente por Estela quien la lleno de  recriminaciones. La mujer con cara de resignación espero a que cupiera una pausa en la verborrea y continuo- ...Te ruego, por lo que más quieras me acompañes a la casa, eres la mujer que más ha amado y te necesita en estos momentos.-
La declaración los desconcertó.
- ¿Pues qué le paso? -Pregunto Judith Y siguiendo la escuela de su madre. Reprocho- ¿No que no quería saber nada de mí?- Sin poder ocultar un tonito de triunfo.
-¡Ay, hija. Yo no sé si sea apropiado que vuelvas a ver a "Ese Hombre" , Ya ves que no fue ni para dar una explicación, Se fue como sirvienta y ahora que te necesita, manda a su madre. No es ni para dar la cara- Intervino Estela.
Fernando, se mantenía atento a la discusión sin intervenir, procuraba no entrar en chismes de viejas, pero este asunto lo afectaba directamente y no sabía cómo reaccionar. Vio directamente a su consuegra y fue testigo del derrumbe que sufrió  mientras rogaba- Por favor Judith. No tomes esa actitud ante él. El te ama y se está muriendo de cáncer. No quiso que vieras como se lo tragaba esa pinche enfermedad. Ya ves como es el.-
La declaración tomo por sorpresa a los tres y los desarmo de inmediato. Fernando busco con la mirada, la cara de Judith y encontró una mezcla de emociones que iba desde el pesar hasta el terror pasando por la indignación. A Fernando esto le extraño y no supo como explicárselo.

Estela fue la primera en reaccionar (Como siempre, aunque no todas las veces su reacción fuese la adecuada) A la mente de Fernando vino la pinche frasecita graciosa "Quieres velocidad o precisión" y a punto estuvo de soltar la carcajada, Como pudo la disimulo con una tos y carraspeando, consiguió recuperar el control
- Dice que, ¿Abraham está enfermo?
- Y necesita verte, Hija.- Confirmo la suegra a Judith.
Judith aun con cara de azorada. Sentencio- Vamos Pues.- Y se encamino a la avenida, tomando del brazo a su suegra.
Estela les dio alcance e  interrogo sin  tacto alguno- Y ¿Abraham tiene dinero para su tratamiento?- Sin hacer el mínimo caso a las miradas reprobatorias de Fernando y Judith , continuo. - Porque nosotros de momento estamos sin dinero y no vamos a poder prestarle. Hablo a la velocidad de la luz, sin permitir que la interrumpieran.

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