lunes, 27 de abril de 2015

Fuego con Fuego 4



El Gero, vio venir el espectacular deportivo y supo que tenían que hacerse de el, era un auto de antología, su ambición lo llevo a abandonar su puesto y hacer señas al Brayan, sin disimulo alguno.

El zurdo, observo a un sujeto en la esquina, reaccionar entusiasmado en cuanto vio el auto y dedujo lo que estaba a punto de pasar, lentamente desacelero y con la mano izquierda se hizo de la pistola. Vanessa atenta a los movimientos de Isabel, recalco, más que interrogar.- ¿Son ellos, verdad?
- Eso creo.- Respondió el zurdo, ya completamente enfocado en su misión. Vanessa, levanto la pequeña cámara y con el alma en un hilo, comenzó a filmar.

Bryan, observo de reojo, los aspavientos del Gero y nuevamente sintió esa sensación, que le había estado acompañando a lo largo del día (Tengo miedo, mucho miedo) Hizo a un lado el pensamiento y justo en ese momento vio doblar por la esquina, ese sueño de auto, totalmente rojo, ya no tuvo cabeza para nada mas, camino rápidamente, hasta el centro de la calle y sacando su pistola, ordeno al auto, detenerse con un ademan del brazo, La lentitud con que el auto se acercó, le causó extrañeza pero ver la portezuela abrirse, aun con el auto en marcha, revivió su temor.
El zurdo, sujeto la manija de la portezuela con tan solo el dedo meñique de su mano izquierda, misma que sujetaba la pistola y al dar la vuelta pudo ver cuando el Brayan se despegaba de la pared y casi simultáneamente, escucho a Vanessa, asegurar.- Si, son ellos. Estos son.- Isabel, disminuyo aún más la velocidad y cuando faltaban aun treinta metros quizá, ya el Brayan Estaba mostrándole la pistola y ordenándole detenerse, dejo avanzar el auto lentamente y cuando estuvo a unos cinco metros, acciono la manija y sin soltar el volante, saco medio torso del auto y disparo una sola bala a una distancia de unos dos metros de Bryan. Pudo ver como este se contraía al recibir el impacto y volviendo a su lugar oprimió el acelerador, sin precipitarse, el auto fue adquiriendo velocidad y el zurdo observo complacido por el espejo retrovisor a Bryan derrumbarse lentamente

Bryan sintió el impacto apenas arriba del cinturón, el dolor recorrió todo su cuerpo en ardientes oleadas, cuando escucho el sonido del disparo y a su nariz llego el olor de la pólvora, el ya se encontraba con una rodilla en el piso y se oprimía fuertemente el  abdomen con ambas manos (Me pego un plomazo) Sus ojos que al momento del impacto se cerraran, ahora lucían muy abiertos reflejando la sorpresa del cazador atrapado por su presa. El Gero, apareció frente a él y con la misma cara de sorpresa se mantuvo inmóvil en actitud interrogante.- ¡Me chingo!, ¿Cómo?- Exclamo Bryan, al tiempo que sentía que alguien lo tomaba por los hombros y lo recostaba sobre la guarnición del camellón, cada pequeño movimiento le producía un gran dolor.
El Ardilla entro en su campo de visión y con rapidez lo despojo de su pistola, guardándola en el bolsillo interior de su chamarra, sin perder tiempo le quito el reloj y la esclava de oro, que portaba en las muñecas y procedió a buscar en los bolsillos, aun en el estado en el que Bryan se encontraba, se indignó ante la actitud del ardilla.- ¿Qué te pasa? Pendejo. –
- Cállate, wey.  Orita llega la patrulla y le vas a decir que venias caminando, cuando unos cabrones te asaltaron y como te pusiste al pedo te dispararon o ¿Qué? ¿ Les vas a decir “ Aquí atraco, pero fíjate que un wey me clareo y me puso en la madre” No mames.
El Ardilla tenía razón, su argumento era lógico pero esa pinche mirada llena de codicia no concordaba  con sus palabras y Bryan, no quedo convencido del todo.
- Orita te mando una ambulancia, wey. -  Prometió el Ardilla, mientras le tendía por completo y le subía las piernas al camellón.- No te vayan a planchar las patas, nomás eso nos faltaba.
-  Acto seguido se puso en pie y guardando apresuradamente la cartera y el celular del Brayan, arranco a correr, seguido por el Gero.
Mientras recorrían  las calles que los separaban de su cuadra, El Gero le recordó al ardilla la conveniencia de llamar una ambulancia.
- Ya se la pidieron. No mames. Cualquiera de los vecinos llamo de perdis una patrulla. Lo que nosotros tenemos que hacer es no estorbar y abrirnos unos días en lo que se enfría el pedo. No vaya siendo que nos acusan los vecinos y acabamos los tres en el tambo.
- Órale.- Accedió el Gero.- Pero no dejes de reportarte, hay que ver que se le ofrece al Brayan, wey.
- Oh, ¿Somos o no somos?- Dijo el Ardilla y guiñando un ojo se despidió.

Continuara...

lunes, 20 de abril de 2015

Fuego Con Fuego 3



Venganza 1
Al día siguiente, a las dos de la tarde El zurdo, salía manejando el auto por el portón de entrada, no vestía de traje, como les exigía el Señor. Vestía Sport y trataba de explicarse la presencia de Vanessa en el asiento de copiloto. De reojo la observo, parecía absorta observando la carísima cámara de video que sostenía entre sus manos. El zurdo se recordó, que no sería mala idea que el hiciera lo mismo con los mandos del auto.
A las nueve de la noche, el deportivo estaba ingresando a la residencia. Ambos descendieron y mientras El zurdo se dirigía a reportarse con el Señor, Vanessa iba a su habitación.
- No hubo suerte, el día de hoy. Era de esperarse, esos tipos no roban dos días seguidos en el mismo lugar, cosa de tener paciencia y un poco de suerte. Usted tenga paciencia.- Respondió el zurdo a la pregunta de Wilfredo.
-Y la niña ¿Cómo se porto?
- Pues se desespera rápido, hace preguntas y yo no contesto, se aburre y maldice mucho. Yo creo que mañana ya no va. –Wilfredo sonrió en señal de acuerdo, le permitió ir para qué se le pasara el capricho, ahora podía descansar tranquilo, el zurdo se haría cargo y él le creería aun sin pruebas. El zurdo era de palabra.
Vanessa conoció al zurdo el mismo día que llego al país, al verlo junto a su padre le causo muy mala impresión, enfundado en un traje negro de mal corte, parecía más disfrazado que vestido y esa mirada llena de lujuria con que recorrió su cuerpo antes de enterarse que era la hija de Wilfredo, termino de confrontarla a él. No fue aquella la única ocasión en que lo sorprendió mirándola lujuriosamente y ella respondía humillándolo siempre que podía, sin embargo, si alguien podía cobrarle la cuenta a los ladrones, era él y ella quería estar presente cuando eso sucediera, además la tarde vivida con él no fue tan mal, el tipo era callado, en ningún momento trato de simpatizar y cuando ella pregunto, el contesto con amabilidad, podría decirse “Profesionalmente” el cambio de ropa le favoreció y Vanessa pensaba , que incluso se veía menos feo. Se tumbó en la cama sobre las cobijas y en instantes se quedó dormida.
El jueves, como de costumbre, el zurdo se reportó al cuarto para las siete de la mañana,  mientras bebía un vaso de agua en la cocina, fue informado de que el Señor ordenaba que desayunara, así que le sirvieron abundantemente, mientras masticaba concienzudamente su bocado, pensaba que seguramente  tendría una salida a otro estado. No le preocupo, veía pocas probabilidades de encontrarse hoy con los raterillos, ya reiniciaría la cacería mañana.
Bryan, despertó con la sensación de urgencia, que sientes por algún asunto pendiente, no supo interpretar el sentimiento y decidió llamar a sus secuaces, para planear el día.
- ¡No chingues, wey! Acabamos de pegarle antier. No tienes llenadero.- Reclamo, el Gero al escuchar a Bryan.-
- Como quieras, wey. No eres el único que puede apoyar, ya me buscare otro- Amenazo, Bryan.
- ¡Oh, chinga! ¿A qué hora nos vemos?- Cedió, el Gero.
- A las siete de la noche, me da la espina que hoy es un día especial.- Sentencio Bryan y Gero sintió un escalofrió en la espalda.- Ahí le avisas al Ardilla, yo no me siento como para estar oyendo sus pendejadas, ya con las tuyas tuve.- Ordeno Bryan y colgó.

Casi daban las seis de la tarde, cuando Isabel volvió del viaje, le esperaba la orden de pasar a comer y se dirigió a la cocina, mientras comía se preguntó qué haría con su tarde, la respuesta llego de la boca de  Vanessa.- ¿A qué hora salimos?.- El Zurdo, no esperaba esa insistencia y sorprendido, respondió. - Cuando el señor lo indique.
- Mi padre ya dio las órdenes ayer, no le vamos a estar preguntando a diario. Te cambias el trajecito de vendedor de seguros y nos vamos.- Ordeno y dando vuelta salió de la cocina, seguida por las miradas molestas de las empleadas. - .Le preparo un sándwich para el camino?- Pregunto Lucha, la cocinera a Isabel.
- Si me hace favor, se lo agradeceré.- el zurdo se dirigió a cambiarse y mientras elegía la ropa, tropezó con un revolver 22 en el cajón de las playeras, mientras lo observaba, una idea cruzo por su mente. (Venganza quieren, venganza tendrán).
A las seis cuarenta y cinco, estaciono el deportivo frente a la entrada principal de la residencia y le dedico algunos minutos a poner la pistola al punto, una vez satisfecho, la coloco sobre el tablero, para tenerla a la mano, si algo no salía cono esperaba, siempre contaba con su infaltable .38.Escucho la puerta principal abrirse y se quedó un instante sin aliento al ver salir a Vanessa con la minifalda más corta que nunca le hubiera visto. Bajo precipitadamente del auto y solícitamente, abrió la portezuela del copiloto. Vanessa al pasar, le dijo.- Vaya, ya vas aprendiendo. Voy a hacer de ti, un caballero.- Isabel, espero a que tomara asiento y como premio a su actuación, recibió una postal de una zona más allá de los muslos de Vanessa.

-¿Tienes calor?- Interrogo Vanessa sugestiva, observando el sonrojo de Isabel, este negó con la cabeza y continuo con la vista al frente. La manera en que la chica se acomodó en el asiento, lo tenía en jaque. Hiciera lo que hiciera, le resultaba imposible ignorar la vista de ese hermoso par de muslos, coronada por el pequeño triangulo de tela rosa de las pantaletas, que asomaba bajo las faldita. Vanessa, consiente del efecto provocado, separo las rodillas aún más.

- ¿Sabes, si mi papa te dará un premio por el trabajo?- Interrogo Vanessa.
- Ya me paga un sueldo, no necesita premiarme, va todo incluido.
- Pues, si todo sale bien, yo si te voy a dar un premio.- El zurdo, volteo intrigado y Vanessa resbalo su cuerpo por el asiento, hasta rozar con su rodilla , la mano de Isabel y separando Aun mas las piernas, le dejo ver  la entrepierna, ya sin ningún pudor.
- Cuidado mujer, yo no estoy en este trabajo por dejar deudas pendientes, de hecho, soy el mejor cobrando. Hágame un favor- Cambio de tema abruptamente.- Prepare su cámara, quien quita y hoy si tenemos suerte.-Tomo la lateral y se preparó para internarse en la colonia.
Continuara…

lunes, 13 de abril de 2015

Fuego Con Fuego 2



Wilfredo
El teléfono sonó. Solo la familia tenía este número y Wilfredo no conocía el que aparecía en el identificador de llamadas, levanto la bocina y escucho a Vanessa. Colgó molesto y por el intercomunicador, ordeno que un par de sus hombres fueran a recoger a su hija de inmediato. Se echó hacia atrás en su silla y observo el plafón de su oficina, mientras temblaba de rabia. Vanessa no era su única hija, este era su tercer matrimonio y en los dos anteriores también había procreado, pero Vanessa le recordaba mucho a su propia madre y le hacía sentir un amor especial y consintiendo a esta, intentaba retribuir las penas de aquella.
Wilfredo nació y creció en un barrio popular, allá al sur del continente. Apenas aprendió a leer y escribir. Desde pequeño pasaba más tiempo en la calle que en su casa, aprendió a sobrevivir y cuando logro acomodarse en el cartel local, se mostró leal y eficiente, fue madurando y escalando posiciones, nunca lisonjeo a un superior pero tampoco se negó a cumplir órdenes, se ganó el respeto de sus superiores tanto como el de sus subordinados y cuando el cartel se expandió en el continente, él fue el elegido para representarlos y asentarse en este país.
Los muchachos se reportaron, ya tenían salva a la niña y habían mandado a la chingada al pinche noviecito puto. Cuando Vanessa llego, le pidió le relatara nuevamente el asalto y cuando ella decidió narrar el abuso de que fue víctima, el estallo en furia. Su hija no era una santa, seguro cogía desde tiempo atrás, pero debía ser ella quien decidiera quien le podía agarrar las nalgas. – ¿Llego el zurdo?-Pregunto.
- Ya salió. Señor.
- Llámalo y que regrese de inmediato.

El Zurdo.
Se llamaba Isabel ¿Qué padre en su sano juicio, pone a su hijo menor Isabel? Desde que tenía uso de razón El zurdo recordaba burlas por su nombre y de a poquito fue convenciendo a chingadazos a sus amigos de que era mejor llamarlo `por el apodo de el “Zurdo”. Ahora cuarentón y en la capital, había logrado más de lo que en aquellos años imaginara. Con esfuerzo y arriesgando la vida, se posiciono en el cartel de su estado. Era confiable y decidido, transportaba lo que hubiera que transportar y eliminaba a quien hubiera que eliminar. Jamás opinaba. Escuchaba y ejecutaba y cuando El Señor Wilfredo llego al país para representar a los suyos, El Patrón le asigno una guardia de seguridad en la que el “Zurdo” estaba incluido, cuando El Señor Wilfredo, se asentó en la capital del país, El patrón le cedió permanentemente al “Zurdo” con estas palabras.- Te llevas al más cabrón y te lo llevas porque cuando lo conozcas sabrás te nunca te traicionara y tampoco me traicionaría a mí, así que aquí tienes un cabron en el que puedes confiar.
La voz del “Abulón” le informo a través del celular las órdenes del Señor  y el Zurdo Resignado dio vuelta al auto y regreso a la residencia.
Bryan vivía en un departamento de interés social, en realidad eran tres, todo un piso de ese edificio, con dinero en mano y la fama de siempre andar armado , no le costó ningún trabajo comprar a sus vecinos y consiguió albañil para tumbar paredes e ir comunicando los departamentos, el exterior lo dejo tal cual pero los interiores los remodelo por completo, cambio muebles decoro al gusto de su mujer, desde que se le ocurriera lo de los autos, la banda se fue pa’rriba y el tenia ingresos de unos  tres mil pesos diarios (No siempre robaban autos) Leticia su mujer recibía un gasto de mil pesos diarios y el no preguntaba que hacía con ellos, mientras ella no preguntara que hacia él con su dinero.

Leticia
Estudiaba en la misma secundaria que Alexander, el hermano menor de Bryan y conoció a su marido precisamente por Alexander. Bryan fue su primer hombre, se entregó a él antes de vivir juntos y cuando se embarazo, el de inmediato la llevo a vivir a la casa de los padres de él (Si a un departamentito donde vivían seis personas incluida ella se le puede llamar casa) Hasta la fecha no estaban casados ,pero ella no temía por su matrimonio, su marido había tenido incontables aventuras en los cinco años de amasiato y las vecinas se encargaban de informarle de ello, pero a Leticia no le importaba, él siempre llegaba a la casa y con los bolsillos llenos, a los niños nada les faltaba y ella se vestía como siempre le había gustado (Ropa corta y entallada) Al principio y cuando aún vivían con sus suegros, el dejo claro que el vestir de su mujer era a gusto de él y nunca se volvió a tocar el tema.
Wilfredo ordeno que solo dos hombres cuidaran las puertas de la residencia y los demás se presentaran en su oficina, ahora todos sabían del robo y sobraban sugerencias para cobrar la ofensa, pero la niña no había visto bien a los ladrones y la organización no tenía influencia en esa zona, mientras los custodios planeaban acciones disparatas intentando impresionarlo, Wilfredo esperaba en silencio la llegada del zurdo. Por la ventana lo  vio rodear la casa para entrar por la puerta de servicio, esa era la diferencia, los otros custodios aprovechaban la menor oportunidad para entrar por la puerta principal, pero el zurdo siempre respetaba las reglas, en cuanto lo vio entrar en su oficina se puso de pie y exclamo.- Unos pinches raterillos le quitaron el carro al novio de la niña y la tiraron al piso y esa pinche humillación no me la voy a quedar, ¿Cómo le vamos a hacer?
El Zurdo pidió a Vanessa las referencias del lugar y asintió seriamente. Miro directamente a Wilfredo y con seguridad afirmo.- Yo me encargo, voy a necesitar el deportivo rojo.
Los ojos de Wilfredo se iluminaron con la comprensión (Este cabron les va a poner un cuatro, Que chingon es).- Y ¿yo como sé que se cumplió el trabajo?- Dijo retador pero se sentía muy satisfecho con la idea.
- Pues solo que le traiga fotos o algo así.- Respondió dubitativo el Zurdo.
Wilfredo pareció recién descubrir la presencia de los escoltas y exclamo.- ¡Bueno a trabajar! ¿Qué hacen aquí perdiendo el tiempo? ¡Vamos, vamos a sus lugares!
Desconcertados, salieron de la oficina todos menos el Abulón.- Disculpe jefe. Yo opino que es mejor que el zurdo vaya acompañado y sirve que hay testigo de que cumple el trabajito.
.- Claro que va a ir acompañado.- Dijo Vanessa.- Yo pienso ir con él. -La sorpresa enmudeció a los tres hombres en la oficina.- Y si quieres yo grabo lo que suceda, tengo la cámara más moderna y compacta.
- Eso ni en sueños.- Descarto Wilfredo seriamente.

Continuara...

lunes, 6 de abril de 2015

Fuego Con Fuego 1




“El Brayan”
Se conocían de toda la vida, de los tres, el “Brayan” fue siempre el más listo y cuando se decidió por delinquir lo demostró siendo quien organizaba los asaltos. El “Gero” era el “aventado” y si algo se complicaba, sabia usar la violencia sin dudar, el “Ardilla” quien completaba el trio de malandrines, era el menos confiable pero era muy hábil despojando de sus pertenencias a las víctimas que caían en sus manos.
Una mañana el “Brayan” despertó con un esbozo de idea y camino hasta la calle de cananas, que era preferida por muchos conductores para entrar en la colonia, dada su amplitud y por otros para acortar camino hacia la autopista ya que tenía menos tráfico que avenida revolucionarios. El “Brayan” estuvo observando cada bocacalle por varias horas, silencioso y concentrado apenas contestaba con un movimiento de cabeza los saludos de algunos vecinos. A media tarde regreso a su casa y llamo a sus cómplices, ya sabía que rumbo tomaría la banda.
Vanessa
Era la niña mimada de Papa, llego al país a los dieciséis años y tenía tres viviendo en México con su familia. No sufría escases económica y tampoco le preocupaba el origen de la fortuna de su padre, Ella se enfocaba en disfrutar al máximo.
Aquel martes, viajaba en el auto de su novio en turno, un auto deportivo de lujo, cuando salieron de su zona residencial y se dirigieron a la zona popular, Vanessa pregunto intrigada.- ¿A dónde me llevas?
- Vamos de rapidito, a una “Tiendita” que está muy bien surtida- Respondió Poncho, su “Peor es nada”.- Este cuate vende de todo y de muy buena calidad, vas a ver.
Cuando salieron de Avenida Revolucionarios y mientras avanzaban el par de cuadras que los separaban de Cananas, Vanessa sintió un ligero desasosiego, intento tranquilizarse atribuyéndolo al desconocimiento de la zona, pero si “Poncho” había estado aquí antes, ella no tenia de que preocuparse, Al girar el auto para tomar la calle de Cananas observo a un hombre como de veintitantos, con chamarra de piel negra, bajar de la banqueta para atravesar la calle y de pronto detenerse a medio arrollo y apuntarles con una pistola, mientras les ordenaba detenerse.
En la esquina de Cañones y Cananas, recargado en una caseta telefónica esperaba el “Gero” con una treinta y ocho en el hueco de la espalda, oculta por la camisa tipo “Guayabera” que usaba con este fin, Frente a él, sentado en una banca de concreto en el camellón estaba el “Ardilla”, dispuesto a entrar en acción en cuanto “Brayan” Detuviera algún auto.”Brayan” situado unos veinte metros de sus amigos, esperaba el auto indicado. Su comprador el “Gallo” les pagaba ocho mil pesos por auto pero debían ser autos de más de trescientos mil en factura.”Brayan “repartía un cincuenta por ciento para él y un veinticinco para cada uno de sus socios, si a eso le sumabas la ganancia por las pertenencias de los asaltados, el negocio era redondo.
El “Gero” observo el movimiento de “Brayan” y corrió hacia el auto que se detenía unos metros adelante, sacando la pistola, mientras escuchaba a “Brayan” instar.- Bájense, hijos de su chingada madre. Bájense o se mueren. -La puerta del copiloto se abría lentamente y una chamaca trataba de bajar con movimientos robóticos, esto sucedía muy a menudo, los “Clientes” se “Shockean” y se vuelven torpes, alguien tiene que activarlos. Llego junto a la chica y de un empellón la ayudo a tenderse en el piso boca abajo como “Brayan” exigía a gritos. Recorrió el cuerpo de la chica con la vista y poniéndole un pie en la cintura le retiro rápidamente aretes, esclava y un collar, de reojo vio un pequeño resplandor en el tobillo de Vanessa, era una delgada cadenita de oro.- Que coqueta eres, mamacita- Dijo “Gero” y girando le recorrió las piernas desde los muslos hasta el tobillo, la despojo de la alhaja y en un rápido movimiento introdujo la mano bajo la falda y le apretó las nalgas con placer.
Vanessa sintió la invasión a su intimidad y en un acto reflejo apretó los músculos y trato de defenderse tirando patadas, el “Gero “se rio y pasando sobre ella se introdujo en el auto, simultáneamente, se escuchó el sonido de las otras portezuelas al cerrarse, el auto se puso en movimiento y en unos instantes desapareció de su vista.
Algunas personas observaban desde lejos y ella sintió una enorme vergüenza se arrodillo y lentamente se puso en pie. El ver a poncho aun tirado boca abajo le produjo un sentimiento de rabia hacia el por no haber intentado defenderla en ningún momento, pero al escucharlo pedirle que no se levantara, que era peligroso, su rabia se convirtió en asco, se preguntó como pudo dejar que ese maricon le hiciera el amor.
Vio una tienda de abarrotes y hacia allá se dirigió, de pronto comprendió que su bolso y demás pertenencias se fueron en el auto y se sintió miserable, no estaba acostumbrada a andar “Bruja “y era una experiencia que no le agradaba en absoluto, esa seguridad que siempre la acompañaba ahora parecía estar ausente en su mayor parte. Titubeante observo el mostrador, tenía la esperanza de que fuera una mujer quien atendiera pero claro, en días así nada es lo que quisieras.
Tras el mostrador, estaba un viejo sesentón, con una expresión de roca en la cara, esa expresión que no quieres ver en alguien a quien pides un favor. Vanessa sintió llegar a su lado a “Poncho” pero decidió ignorarlo. Resignada tomo aire y humilde rogo.- Señor, ¿Podría dejarme hacer una llamada?- El rostro del viejo no modifico y ella agrego suplicante.- Nos acaban de robar y necesito llamar, para que vengan por mí.

Sin pronunciar una palabra, el viejo le ofreció un aparato inalámbrico y cuando termino la llamada con la cara húmeda de llanto, el hombre recibió el teléfono y le entrego un trozo de pan, para el susto.
Continuara…


 









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